viernes, 7 de enero de 2011

malos humos


Entono el mea culpa: soy fumadora. Pertenezco al porcentaje de enfermos – así me han clasificado varios comentaristas en un periódico, en su edición digital- que disfruta mientras lee un libro, escribe, escucha música, conversa, dialoga y calla... fumando. Muy respetuosamente, eso sí. Porque desde la entrada en vigor de la Ley en enero de 2006, una servidora se ha cuidado muy mucho de no fumar en los espacios prohibidos; véase trabajo, hospitales, bares y restaurantes que optaron por ser espacio sin humos (existían ¡eh! enfrente de mi oficina una de las cafeterías más conocidas de mi ciudad, así lo hizo) recintos educativos, estaciones de tren, bus, etc... Pero mi respeto, que en definitiva es una obligación que tengo para con el resto de los ciudadanos, fumadores y no fumadores, pasaba y pasa por ser limpita y educada; así, cuando una servidora llena sus pulmones de humo y brisa marina mientras se broncea, llegado el momento de plegar la sombrilla y la toalla, recoge todas y cada una de las colillas que ha amontonadito en un agujerito en la arena y de la misma manera que arroja en la papelera destinada al efecto papeles, botellas vacías, etc, tira las colillas de tal forma que nadie diría que unos minutos antes, frente al mar, ha estado Bocanegra, algo que una no puede decir de Condón-usado...

También me cuido muy mucho de no arrojar las colillas al suelo cuando salgo a fumar en mi lugar de trabajo: las apago en los ceniceros ubicados en el vestíbulo planta baja. Eso sí, aunque no me gusta fumar en la calle (ahora, casi como que me va a encantar) no he podido evitar, cuando lo he hecho, arrojar las colillas al suelo –si hay al alcance una alcantarilla pues ¡a la alcantarilla!- porque en estas ciudades nuestras no hay ceniceros, no son Praga, y las papeleras, a riesgo de incendio, tampoco abundan...

Os preguntaréis, se preguntarán, el porqué de este pseudoalegato de mi cívica actitud : pues porque estoy hasta los cataplons de ser clasificada, además de como enferma, como una guarra cerda irrespetuosa y eso sí que no; porque si nos ponemos así, hay guarros cerdos irrespetuosos no fumadores que te cagas (como diría Elvira Lindo). Y si no, que se lo pregunten a los barredenderos de mi ciudad y a los jardines y calles llenos de cacas de perro y a los suelos de los bares alfombrados con papeles y colitas de gambas y a los de los ascensores con salivazos y a los senderos pisoteados por los todo terreno y a mi oreja izquierda, anestesiada por la conversación a gritos de la mesa de al lado y a la derecha, traumatizada por los berridos e insultos del otro todo terreno que casi se me lleva por delante (la mendas, tenía preferencia) y...

¡Ah! ¿que no? ¿que no todos los no fumadores son inciviles ...? ustedes perdonen ¡en qué estaría yo pensando!...

9 comentarios:

  1. En este país abundan maleducados y egoístas. Mucho incivilizado también, pero al menos hay personas como tu, que tienen conciencia.
    Yo fumaba. Y mucho. Bueno, me fumaba todo. Pero lo dejé hace creo que siete años por causas que no vienen al caso, y como tu, recogía las colillas, nunca las tiraba por la ventana ni ventanilla del coche y aunque no es el tema, cuando voy a pasar el día al campo, llevo una bolsa y no dejo nada por ahí.
    Te diré que hace unos pocos años entré en la única cafetería que había en una zona. Era minúscula y de fumadores. Encima la hora del desyuno, pero yo me moría por un café. Y no había humo, ni olor ni nada. Con buenos extractores se solucionaba todo. Pero claro, entonces España no sería Spain y no se sacaría dinero de los hosteleros a los que se ha tomado el pelo a más no poder.
    ELsa, tu a lo tuyo y que les den!!!

    Besos

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  2. “Y Julia se extendió sobre este asunto. Ella lo refería todo a su propia sexualidad. A diferencia de Winston, entendía perfectamente lo que el Partido se proponía con su puritanismo sexual. Lo más importante era que la represión sexual conducía a la histeria, lo cual era deseable ya que se podía transformar en una fiebre guerrera y en adoración del líder. Ella lo explicaba así: «Cuando haces el amor gastas energías y después te sientes feliz y no te importa nada. No pueden soportar que te sientas así. Quieren que estés a punto de estallar de energía todo el tiempo. Todas estas marchas arriba y abajo vitoreando y agitando banderas no es más que sexo agriado. Si eres feliz dentro de ti mismo, ¿por qué te ibas a excitar por el Gran Hermano y el Plan Trienal y los Dos Minutos de Odio y todo el resto de sus porquerías.

    Esto era cierto, pensó él. Había una conexión directaentre la castidad y la ortodoxia política. ¿Cómo iban a mantenerse vivos el miedo, y el odio y la insensata incredulidad que el Partido necesitaba si no se embotellaba algún instinto poderoso para usarlo después como combustible? El instinto sexual era peligroso para el Partido y éste lo había utilizado en provecho propio. Habían hecho algo parecido con el instinto familiar. La familia no podía ser abolida; es más, se animaba a la gente a que amase a sus hijos casi al estilo antiguo. Pero, por otra parte, los hijos eran enfrentados sistemáticamente contra sus padres y se les enseñaba a espiarles y a denunciar sus Desviaciones. La familia se había convertido en una ampliación de la Policía del Pensamiento. Era un recurso por medio del cual todos se hallaban rodeados noche y día por delatores que les conocían íntimamente.”

    "1984". George Orwell

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  3. Suscribo tus palabras, ya que soy fumadora (lo retomé tras 4 años)Mis colillas las tiro al suelo, las piso y luego me agacho y las tiro a la paplera afín o las envuelvo en un clinex para tirarlas a la más cercana. Esto sucede pocas veces, ya que no me gusta fumar en la calle. Mi hermana, incluso, lleva un cenicero en el bolso. Es para reirse, se ha pillado una lata con tapa y carga con ella a todos lados para no dejar residuos. Aún así, los no fumadores miran a los fumadores como si fuesen apestados, sobre todos los que dejaron de fumar no hace mucho. Se siente en el ambiente, si ya no malos humos, si malas vibraciones, algo así como un rencorcillo extraño...

    Yo sólo fumo 4-5 cigarrillos al día, pero de tanto oir en la tele hablar del tema, estoy empeeorando.
    Mientras las "ovejas" discuten por el humo, los lobos campan a sus anchas...

    Besos

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  4. Hola:
    No es raro que salga el hostelero diciendo que en su casa se fuma y si le cierran el negocio se larga del pais o el restaurador de turno cargándose a mazazos la máquina del tabaco. Venga, vamos a prohibir que se fume en los bares, pero ¡ojo! que nadie diga nada sobre la venta de tabaco frente a la barra y junto a la puerta del establecimiento.
    Cierto es que fumar "nos mata" a todos, fumadores y no fumadores, pero ¿el alcohol? ¿no cumple el vinito similar función social que el tabaco? Venga, el que se fuma un paquete de ducados es un guarrete y el que se trinca una botellita de ribera del duero es un tipo majo que se va a su casa por la carretera comarcal sin posibilidad de cargarse a nadie ¿no? ¡Ah! que para este último caso ya está la guardia civil controlando... ¿el qué? el modo de recaudar fondos para la OGOL (organización gobierno con lucro)
    Propongo a todos los fumadores que no fumen durante una semanita. Una, sólo una.
    Aqui como de costumbre, todo a las bravas y encima animando al ciudadano a que denuncie a su primo si le ve fumando. ¿A esto no se le denomina estado dictatorial?
    Arrrggg, que gobierno/s.

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  5. Elsa.....buenísimo. A ver, soy fumadora y suelo ser respetuosa con las prohibiciones que se marcaron en 2006. Por costumbre hago las mismas cosas que tú cuando estoy en la playa, en la calle, etc., etc., etc...Ahora bien, así como con esta Ley que nos coloca " A la vanguardia de Europa" por lo restrictiva, me estoy planteando dejar de fumar, porque echando cuentas, así por encima, y al año es una pasta que bien podría emplear en un viaje, se me ocurre.
    Pero, aparte de mi buen propósito que reafirmo para que el Estado no se lleve ni un céntimo mío a costa del tabaco, me sumo a lo que dice Jesús, porque vamos, el alcohol....no mata, no crea enfermos incontrolados, familias destrozadas....eso no; no importa que los niños entren en los bares y vean como beben los mayores, una, dos, tres, mil....copitas; eso es buenísimo para su educación y para el espectacular futuro de todos.
    En fin, con tu calidad y arte has dado en el clavo con el tema amiga.
    Un abrazo de osa con olor a tabaco
    Sherezade

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  6. Elsa, el problema es que su intolerancia también levanta la mía. Lo que no admito es que encima den lecciones de izquierdismo, ecologismo, civismo y se las den de viajados. Para nuestra desgracia, en eso se ha quedado, con la que está cayendo: en prohibir fumar hasta en los bares, sin permitir que los dueños de los establecimientos o los usuarios elijan entre distintas opciones.
    Hay que acatar la ley, pues vale, no voy a ir a la cárcel por eso, pero me da asco la hipocresía que la sustenta. Y, si cerca de mi entorno se hace alguna asociación cultural de esas en las que puedes fumar legalmente mientras te tomas un café, no pisaré bar alguno. De hecho, pienso reducir mi estancia en ellos al mínimo. Y, como dejemos todos de fumar, ya veremos de dónde sacan toda el dinero que nos levantan en impuestos con cada cajetilla. Deberíamos dejarlo todos realmente, y luego obligar a que el que no hace deporte lo haga, sellar en comisaría el menú que tomamos... en fin, que el que no se cuide (y no lo documente) no tenga derecho a la sanidad pública, que cuesta una pasta. Todo por nuestro bien.
    Saludos.

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  7. Suscribo todos y cada uno de vuestros comentarios y me sigue resultando angustioso el 1984 de Orwell, Rafa, que bien podría haberse titulado 2XXX (confieso que cuando lo leí, a los 19 o 20 años, esa destopía me parecía una utopía porque entonces no era consciente de lo que es capaz el Gran Hermano y su poder, entre otros, mediático). Me conforta, reconforta, y me alegra saber que existen, que sois, además de singulares, personas tolerantes; la intolerancia me da horror. Gracias por acompañarme en este desahogo.
    Os dejo alguno de los párrafos escritos por Antonio Escohotado, en 2004, en su artículo “Los fumadores. Entre el atraco y la estafa”:
    “.....Doy por evidente que los ceniceros sucios despiden un olor asqueroso, que el tabacómano es una especie de manco, y que fumar muchos cigarrillos genera a la larga efectos secundarios funestos. No por ello resulta más arriesgado que conducir deprisa. Ni es más insensato que ignorar el cultivo del conocimiento, la práctica de la generosidad o prepararse cada uno para su venidera muerte. Lo arriesgado es que la ley saque los pies del tiesto, lanzándose a proteger a los ciudadanos de sí mismos, como si la sociedad civil pudiera administrarse a la manera de un parvulario.
    Cuando nos atracan entregamos el botín a disgusto, conscientes de padecer una agresión. Cuando nos estafan lo damos a gusto, imaginando hacer un buen negocio. Pero es estafa, y no buen negocio, cargar con planes eugenésico-paternalistas que siempre aúnan despotismo con frivolidad. Dejar de fumar sólo cuesta tanto porque sus efectos primarios -anímicos y coreográficos- generan un placer sutil. Sin duda, haremos bien dejando de fumar compulsivamente, mientras eso no nos amargue el carácter y desemboque en efectos secundarios como obesidad, inquietud o sustitutos químicos para la sedación-estimulación que obteníamos encadenando cigarrillos. Como dijo Epicteto, "nada hay bueno ni malo salvo la voluntad humana", y si lo olvidamos todo el horizonte se torna banal, no menos que proclive a confundir opresión con protección, estafa con benevolencia.”
    Un abrazo.

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  8. Querida Elsa, no soy ni he sido fumador... y me molesta mucho el humo del tabaco. Eso sí, estoy totalmente de acuerdo con vosotros en que hay mucha hipocresia respecto al tema... demasiada. Sólo quería decirte que si algún día nos encontramos y tomamos algo en la calle... fuma si te apetece. Solo te exigiré una cosa: no dejes de ser encantadora por no fumar, eso si que no lo soportaría.
    Un saludo

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  9. Aquí otra fumadora que comparte cada una de vuestras palabras.Y me niego a que se me tilde de enferma.Tampoco me gusta fumar en la calle,pero lo hago ahora,no por despecho sino reivindicándome.Y si tan nocivo es, que prohiban venderlo y todos dejaremos de fumar a mayores.Pero...¡ah! poderoso caballero es don din don es don dinero.Y me callo, porque me embalo...

    Un abrazo

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