Cuando el abrazo de sombras impide el aliento
y su canto, noche, danza sobre el filo, un río de agujas
desborda el lamento.
Sorda en este ruido, ni el agua templada
suaviza los truenos que retumban fieros.
Y el verso no escrito, que busca en mis labios su grito
de fuego, se ahoga en la lluvia de este desespero.
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Se ha quedado el aire helado y dentro las rosas
que no he dicho se marchitan.
Cómo distinguir el ruido del silencio
sin el grito...
Cómo discernir el día de las luces, si he velado mis ojos
en lo oscuro...
Cómo poner rumbo en el aullido,
cómo rescatarme del abismo
si no distingo, en el pozo, la salida...
La voz de la cordura me susurra: el norte existe.
Mi querida Elsa: Hay gritos que se nos quedan dentro del alma ahogados por el dolor. Hay sombras que no nos dejan ver ese sol que brilla suspendido en un cielo completamente azul y gemidos que como niños pequeños se abrazan a nuestra garganta con miedo a salir.
ResponderEliminarTodo eso es verdad y lo vivimos con angustia, pero también es verdad que dentro llevamos rosas que aún están por florecer, risas que explotarán en un momento dado, besos que se darán con una alegría inmensa y brazos amigos que siempre estarán a tu lado. Por eso, Elsa, es verdad, el norte existe.
No hace falta que te diga que te quiero mucho, ¿verdad?
Besos y rosas que alegren el camino hacia tu Norte.
Malena
Hola Elsa:
ResponderEliminarUn grito quedo desde dentro de tu cueva, hace eco y asomo mi postura. Vuelve el grito, sonoro y cierto.
Un grito, digo, un beso.
El norte existe pero, muchas veces, la brújula de nuestros sentimientos pierde el rumbro. Abrazos.
ResponderEliminarLos gritos, las palabras a las que negamos salida, no dejan que el alma se asee y les resta respiro y eso, al cabo del tie,po, pasa factura.
ResponderEliminarSaludos
El grito... León Felipe dejo dicho que lo primero que dijo el primer poeta del mundo fue ¡ay!
ResponderEliminarUn beso.