Lloverán los besos que no dimos
del rostro de un mañana inacabado,
de un tal vez que nunca fue destino,
de un quizás en un cajón guardado.
Llorarán caricias en la noche
perdidas en el mar sin tus abrazos,
buscarán tus huellas en los huecos
repletos de tu ausencia en mi costado.
Se abrirá la herida que ahora hablo
sedienta de tu sed y de tus manos.
(Tránsito de ausencias).
Mi querida Elsa: Esas caricias, esos besos, esos sueños no se los llevará ni la lluvia ni el mayor vendaval. Están guardados como un tesoro en espera de que acaben las ausencias o en caso de necesidad, ellos mismos saben la dirección que deben de seguir.
ResponderEliminarMe alegro de que hayan vuelto las ganas de escribir y de que la inspiración se haya adueñado de tu alma.
Miles de besos y miles de rosas, mi niña.
Esas heridas que no cicatrizan del todo, nos acompañarán siempre, en el camino de la vida. Un bellísimo poema. Abrazos.
ResponderEliminarMuy bonito, Elsa, tu manera de expresar esos sentimientos.
ResponderEliminarTe envío por email un comentario más técnico.
Saludos.
Es todo un muestrario de ese tipo de cosas intangibles que no caducan nunca.
ResponderEliminarVino y besos
Mañana, el diluvio. Sin arca de la alianza, viento arrastrando el temporal, ni orillas mitigando la deriva.
ResponderEliminarBesos.
Elsa:
ResponderEliminarNo me cansaré de pensar que eres sentimiento.
Besos.
Me duele, me encanta!
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