De tu vuelo anunciado
Me anuncias que te vas y callo
mientras vuelve a mis ojos el recuerdo
de tus noches insomnes,
de tus furtivos pasos,
de tu cuerpo indefenso buscando
mis manos.
Te veo en el umbral, un libro bajo el brazo,
tu carita blanca, los ojos asustados,
y como gato que huye del agua
de la noche
te escondes en mi lecho,
me miras sonriendo,
no te molesto mami, he traido
mi cuento.
Y yo, que navegaba los mares inventados
y sentía el calor de otros cuerpos escritos,
al sentirte conmigo mi atención se mudaba,
te cubría de besos
y del papel saltaba de una luna de versos
a tu cara.
Me dices que te vas y sonrío
y, aun deseando y confiando el vuelo,
mi corazón se ha encogido
y he querido dejar un trozo de suspiro
en este verso que, siempre, de esta tarde
en su vientre, concebí escrito.
Elsa.
Vuela gorrión, vuela...
La tarde va cayendo y estoy sentada sobre la hierba, apoyando mi espalda sobre un viejo árbol. Miro con la vista perdida las ramas de aquel para mí tan familiar en el que te observaba cada día, mientras mis ojos vigilaban tus primeros aleteos y el corazón se me enternecía y llenaba de orgullo cuando entre trinos, observaba tus vacilantes intentos.
Saltos pequeños con esa inseguridad del que no sabe que hay más adelante, pero tu constancia consiguió al fin hacerte volar. Pequeños vuelos para volver al nido familiar donde orgulloso piabas después de haber visto desde el aire ese pequeño mundo.
Miro las ramas y no estás, aunque sé que volverás a recordar aquellos tiempos en los que el nido era el refugio desde donde soñabas con volar.
Mi corazón es una mezcla de tristeza cuando sus ramas se mueven vacías mecidas por el viento, y ternura, porque cada vez que vuelves a visitarme te posas en mi mano y como cuando eras pequeño, te dejas acariciar.
Y yo que creí que te perdería...
Vuela gorrión, vuela...
Malena
(Dedicado a mi hijo Sergio).