Autor de la fotografía: Le Passant qui passe.
Era un día....
Lo están borrando...
Pero aún sé que había un lado azul donde asomarnos
y el verde se tejía alrededor de nuestra casa
cada primavera.
Y había un otoño que nombraba el verano
y un invierno blanco coronando el norte
de mimos helados,
y un río donde mojar el cansancio
cuando el desierto, distante, marcaba el oráculo
de las lluvias de fuego.
Y el sol...
Ese sol que calentaba nuestra orilla
y amarilleaba la paja tras la estación del amor,
y bronceaba los cuerpos desnudos al alivio
de la brisa.
No erraba el tiempo.
¡Ah la brisa...! la de los mares y océanos,
el aliento del mar, ese mar que incitaba
a viajes desconocidos, infinitos,
a paraísos de corales,
a velas desplegadas a merced del viento,
a soledades buscadas en la arena,
huidas del cemento,
alejadas de los ruidos,
cercanas al cielo.
El cielo.... Aquel cielo, el que mostraba sin engaños
las estrellas y la luna, esa luna alejada,
faro del Universo,
repleta de versos donde soñar los poetas.
Hubo un día, Gaia.
Cuando el norte existía...
y el sur...
y no erraban los lugares
ni el tiempo
y el mar nos hablaba desde la esperanza.
Lo están borrando...
Pero aún sé que había un lado azul donde asomarnos
y el verde se tejía alrededor de nuestra casa
cada primavera.
Y había un otoño que nombraba el verano
y un invierno blanco coronando el norte
de mimos helados,
y un río donde mojar el cansancio
cuando el desierto, distante, marcaba el oráculo
de las lluvias de fuego.
Y el sol...
Ese sol que calentaba nuestra orilla
y amarilleaba la paja tras la estación del amor,
y bronceaba los cuerpos desnudos al alivio
de la brisa.
No erraba el tiempo.
¡Ah la brisa...! la de los mares y océanos,
el aliento del mar, ese mar que incitaba
a viajes desconocidos, infinitos,
a paraísos de corales,
a velas desplegadas a merced del viento,
a soledades buscadas en la arena,
huidas del cemento,
alejadas de los ruidos,
cercanas al cielo.
El cielo.... Aquel cielo, el que mostraba sin engaños
las estrellas y la luna, esa luna alejada,
faro del Universo,
repleta de versos donde soñar los poetas.
Hubo un día, Gaia.
Cuando el norte existía...
y el sur...
y no erraban los lugares
ni el tiempo
y el mar nos hablaba desde la esperanza.
Aquellos tiempos cuando el mar era mar y el cielo era cielo, y yo utilizando las hermosas palabras de Alberti te digo: "Se equivocó la paloma se equivocaba, por ir al norte fue al sur, creyó que el mar era el cielo y la noche la mañana. Se equivocaba, se equivocaba..."
ResponderEliminar¿Volverán aquellos tiempos? Mientras tanto quedan tus hermosas palabras recordándonos como era aquello.
Besos y rosas, Elsa, mi querida amiga.
Hubo un tiempo en que el àrbol echò raìces y las ramas se llenaron de aves canoras. Ese tiempo que guardamos en la intimidad del corazòn y lo acariciamos de vez en cuando. Un poema imperdible, amiga. Abrazos.
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