(será sólo un instante)
ahora que el silencio
deshace todo el ruido,
ahora que derribo
el verso enajenado
que anduvo, en el coraje,
los pies trastabillados,
ahora sé, serena,
que dos y dos son cuatro…
será un poema largo.
En la noche soy yo.
Acaso distrae el óvalo de la luna.
Entre su encuentro y el mío
las voces del silencio habitan
y ahora en grito, en susurro ahora,
tejen firmamentos mudos,
agujas del mediodía.
La nada rebosa labios que me inspiran,
que celan entre dientes las huidas.
Nadie me cuenta,
nadie me calla,
nadie me escucha.
Y todo me habla de las lluvias.
Soy yo en la noche.
Ella acoge este silencio sin preguntar
por qué ando despeinando los días
de tanta puntualidad
en el mismo café
e idénticos rostros.
Vuelo entre sus párpados
y me hago luz perfilando el paisaje
que nunca enamoré,
que jamás gocé
salvo en el sueño.
En la noche.
Ella sabe mi desencuentro y su abismo.
Me arropa entre sábanas plateadas
y trepo su almohada imaginando horizontes
que jamás acaricié, que nunca transité
salvo en el sueño.
Soy yo en la noche.
Entre la noche y mi luna.