la luz de la luciérnaga
en las noches de agosto
el sonido monótono del grillo
y el del sauce que agita el viento
y en la selva distinguir los alaridos
de la presa que lucha entre las fauces
del león hambriento
corona el mismo mar visible en cada orilla
y tu dios anochece como anochece el mío
y el silencio es silencio, en tu cara, en la mía
soy desde el instante en que tú me miraste
eres cada rostro que no supe escribir; y el niño
que ahora besas, en el parque de mis juegos,
enredado en el velo, es la niña que fui
con él inmolaremos cada norte y su sur
sentiremos el aire que no entiende fronteras
beberemos el agua que no sabe mentir
será en la misma fuente
será el mismo verano
será la misma lluvia que soñaste en abril
cuéntame de la arena… del barro ya leí
háblame de esa luna
que asoma en los timbales
que ríe en tu cintura
guitarra de marfil