jueves, 23 de abril de 2009
Si la lluvia
miércoles, 22 de abril de 2009
Gaia
Lo están borrando...
Pero aún sé que había un lado azul donde asomarnos
y el verde se tejía alrededor de nuestra casa
cada primavera.
Y había un otoño que nombraba el verano
y un invierno blanco coronando el norte
de mimos helados,
y un río donde mojar el cansancio
cuando el desierto, distante, marcaba el oráculo
de las lluvias de fuego.
Y el sol...
Ese sol que calentaba nuestra orilla
y amarilleaba la paja tras la estación del amor,
y bronceaba los cuerpos desnudos al alivio
de la brisa.
No erraba el tiempo.
¡Ah la brisa...! la de los mares y océanos,
el aliento del mar, ese mar que incitaba
a viajes desconocidos, infinitos,
a paraísos de corales,
a velas desplegadas a merced del viento,
a soledades buscadas en la arena,
huidas del cemento,
alejadas de los ruidos,
cercanas al cielo.
El cielo.... Aquel cielo, el que mostraba sin engaños
las estrellas y la luna, esa luna alejada,
faro del Universo,
repleta de versos donde soñar los poetas.
Hubo un día, Gaia.
Cuando el norte existía...
y el sur...
y no erraban los lugares
ni el tiempo
y el mar nos hablaba desde la esperanza.
lunes, 13 de abril de 2009
En ese momento
Un instante mudo, ese instante eterno.
Mirabas la tarde, el ocaso, lejos.
Y te refugiabas solo,
a sólo unos metros,
la mirada huída en el mar del techo.
Tus ojos, inquietos, alzaban ciudades
donde ser eternos.
Eterna la risa,
eternos los cielos,
eternas las horas de luces y vuelos.
Y yo, sabedora del fugaz momento,
aunque fuera un sueño,
dejaba mi isla de papel impreso
para acurrucarme, celosa del vuelo,
entre los silencios que hablaban de ensueños.
Y tú, sonriendo, me abrazabas fuerte
fluyendo el deseo de rozar conmigo,
en ese momento,
los vuelos, la risa, las luces y cielos.
Un instante mudo.
Ese instante eterno.
miércoles, 8 de abril de 2009
Manifiesto
Aunque notes delgada mi presencia,
pálida,
aunque me percibas frágil,
soy fuerte.
“Un junco en la selva de la vida”
¿lo recuerdas....?
Casi rendida,
casi vencida,
a un soplo del suelo y de las piedras.
Pero soy fuerte,
más fuerte todavía.
Aunque afirmes de vidrio mi existencia.
jueves, 2 de abril de 2009
No te mires extraño
No hay ojos suficientes que lloren la belleza,
ni bocas que suspiren los amaneceres,
ni oídos que escuchen los compases
que nos conmueven.
Mas no te mires extraño; yo no te miro.
Ni te sientas tan lejos, yo no te siento.
Después de los cementos siempre regresaremos
a la esencia de donde nunca partimos,
a la ventana, a pesar del horizonte,
a la estancia que juntos construimos
cuando el mundo, de acero, se expande
en la muerte.
No te mires extraño, ni te sientas lejos.
Aún hay quienes miran - nos miramos- entre la multitud,
cercanos.
miércoles, 25 de marzo de 2009
Hay mujeres guapas
Hay mujeres guapas en la calle,
le dices,
mientras madura el otoño
que ha ocupado su acera.
Hay mujeres guapas
y es primavera.
Ayer le dijiste que era hermosa
por dentro
desde el beso hasta el centro,
desde allí hasta tu boca.
Hay mujeres bellas
que aguardan un verano
cada primavera.
jueves, 19 de marzo de 2009
Seiscientas veinticinco
Seiscientas veintinco,
el rostro destrozado,
los ojos en la sangre envenedados,
las manos laceradas, tu pasado.
Seiscientos veinticinco en esta orilla,
seiscientos veinticinco en ese lado...
Seiscientos veinte mil que no te oímos
multiplicados por mil y mil....
Cegados.
Seiscientas veinticinco líneas encendidas:
Un gesto,
un sólo gesto salvador
y te apagamos.
Azul
entre tesoros guardados ,
duerme una niña en las sombras
de ojos marrones, despiertos,
que nadan melancolías.
En esta pequeña caja
guardo alivios en burbujas,
oxígeno de emergencia
en las tardes en que el aire
sólo rima bofetadas.
Una tapa de hojalata
me transporta hasta su casa
cuando el tiempo de los verbos
no era nada.
Una cinta azul, ajada,
aún anuda los recuerdos
de su pelo alborotado,
de semanas de cuadernos,
de domingos con hermanas.
una canción que no olvido
en esta tarde de ruídos,
se derrama.
Inicio
Noviembre, la medianoche,
la luna, mojadas brumas.
Una palmada en el aire,
unos pulmones que giran,
unos ojos aún velados
buscando la luz, el faro,
un silencio, cien caricias.
Un ángel vela y acuna
los compases de la vida.
Y entre voces,
y entre cantos,
y entre lluvias,
me dormía.
Un reloj inacabado trepida
la nueva vida.
Y entre las horas no escritas,
esbozadas, las heridas, el dolor,
la orilla triste, los silencios,
las espinas.